viernes, 4 de agosto de 2017

Los primeros 11 días

Cuando llegué de Colombia decidí quedarme unos días en casa de mi madre, dormía 4 horas no podía más que eso, durante bastante tiempo no pude relajarme; me acostaba y lloraba sin entender por qué había pasado esta muerte tan brutal. El cuerpo llegó a Buenos Aires un 11 de enero ya tenía todo listo los trámites con la funeraria para el traslado, decidir qué hacer de ahí en adelante.
Cuando una persona muere en otro país el certificado de defunción lo expende le Ministerio de Relaciones y Culto del Exterior.
Le hicimos una misa de cuerpo presente.
A partir de ahí me di cuanta que mi vida había cambiado radicalmente.

domingo, 16 de julio de 2017

Policías, fiscal y mucho más


Cuando pude calmarme un poco ya había llegado la policía y me invadieron a preguntas de cómo había sucedido todo, en el interín también llegó un médico para asistirme. Había mucha gente del hotel que me habían atendido muy bien.
Yo también trataba de entender... pero era imposible.
Ricardo seguía tirado en el piso y yo a unos metros de él, sentada respondiendo las preguntas de la fiscal; volviendo a relatar todo lo que pasó desde que llegamos a Colombia.
Lo primero que hago es llamar a mi hermano para contarle, él fue mi sostén en todas esas horas y ayudándome a poder tomar desiciones. También apareció el cónsul argentino quién me asistió para poder estar mejor. Él me sugirió que me vuelva a Buenos Aires inmediatamente.
Ahí empezó una serie de trámites con referencia al traslado de Ricardo a la Argentina.
Estuve toda la noche sin dormir sin poder dejar de llorar y entender lo que estaba pasando.
Tratando de hacer las valijas pasaron las horas hasta que el cónsul con su mujer me vinieron a buscar a la madrugada para llevarme al aeropuerto para volver a Buenos Aires.
Llegue el 31 de diciembre a las 22 horas, allí estaba mi hermano y me cuñada esperándome.

miércoles, 21 de junio de 2017

Último día

Hace mucho que no escribo que no continúo con mi historia...
Ricardo sufre un infarto en el balcón del hotel y se desmaya cayéndose por este, desde el piso 16.
Salgo del baño y al no verlo mi corazón empezó a latir con una rapidez descontrolada, no sabía que hacer miré para todos lados y agarré la tarjeta electrónica de la habitación y bajé hasta el lobby para ver si estaba allí, pensando que estaría reclamando al médico que no venía.
De repente me doy cuenta que hay un montón de gente mirando hacia la piscina con cara de estupor y allí me dirijo...
Ahí vi la escena que jamás hubiera pensado vivir, mi amor muerto, tirado rodeado de gente.
Mi estado a esa altura era indescriptible lo único que quería era tocarlo, abrazarlo; no me dejaron hacerlo me tuvieron que contener entre dos personas para que no me acercara, mis gritos, mis gritos nerviosos y desencajados, mi llanto.
Es un sentimiento intransferible relatar lo vivido.